domingo, 23 de marzo de 2014

"Los montañeros", relato ficticio de una noticia real

Relato ficticio sobre una noticia real que elaboré para la asignatura de "Literatura y medios de comunicación" sin ánimo de ofender a nadie y por supuesto desde el mayor respeto posible al recuerdo del fallecido. Basado en datos objetivos extraídos de la siguiente noticia pero armado gracias a la ficción.

http://www.europapress.es/madrid/noticia-fallece-dos-montaneros-pasado-noche-perdidos-penalara-madrid-20140209095135.html

Los montañeros

-…este no es el mejor final, pero sin duda es un gran final. Él todavía no entiende por qué lo he hecho, pero cuando llegue a casa Marta se lo explicará todo. ¿Está embarazada sabes? Iba a ser una sorpresa para cuando hiciéramos cumbre… Yo nunca seré padre, pero ese chiquillo tendrá uno…
Sus balbuceos se fueron apagando conforme el atronador ruido del helicóptero fue cobrando volumen. Su mirada, perdida pero sin embargo satisfecha, todavía me acompaña en sueños. Su mano, que yo sostenía, perdiendo fuerza conforme la vida se le escapaba entre los dedos.
Era mi primer día en el Grupo de rescate de altura (GERA) y en teoría pude ir porque se trataba de una operación sencilla. Dos montañeros perdidos en la montaña a los que se les suponía una hipotermia leve. Nosotros sólo íbamos de apoyo, como medida de precaución.
Carlos, uno de los montañeros de unos 27 años, había entrado en un ataque de ansiedad cuando llegamos a las seis y diez de la mañana. Mientras yo le realizaba los primeros auxilios ante el cuadro leve de hipotermia que presentaba, él contaba a la psicóloga del equipo, Lorena Pérez, lo que les había ocurrido.
-Esto no puede ser, no puede ser –repetía una y otra vez- él me dijo que se encontraba bien, que tenía que cuidarme yo. Me dijo que me pusiera yo las mantas, que él había traído ropa de abrigo de sobra.
-Carlos mírame, tranquilo, están atendiendo a tu hermano ahora quiero que…
La voz del jefe de mi equipo, Joaquín Almansa, apremiándome para que subiera al helicóptero me impidió escuchar nada más.
-¿Qué tenemos? –gruñó Almansa mientras examinaba al paciente.
-Daniel Vaquero, 25 años, hipotermia grave tras pasar doce horas perdido cerca de la cima de Peñalara a -4 grados. Pasaron la noche en la gruta en la que han sido encontrados esta mañana –relató un compañero.
-De acuerdo, Rodríguez prepárese para suministrar fibrilación ventricular. Carmona, que entre en calor. Y tú –dirigiéndose a mí- que no se duerma por nada del mundo.
Nos miramos. Tu hermano y yo nos miramos Carlos. Aún recuerdo la expresión en su cara cuando le confirmé que tú estabas fuera de peligro. Había dado su vida por lo que él consideraba lo más importante en su vida: su hermano, tu mujer, vuestro hijo.
Desde la experiencia que me ha dado mi labor durante estos años después de vuestro accidente puedo asegurarte una cosa. Si Carlos no hubiera tenido ese gesto, ninguno de los dos habríais sobrevivido.
Llevo tiempo queriendo mandarte esta carta contándote la historia, la vuestra, que hubo de marcar el hombre y el médico que soy hoy en día. Su primera frase aún resuena en mi cabeza. Me dijo que el suyo no era el mejor final.
El mejor habría sido a tu lado, de ancianos, disfrutando de vuestros nietos. Pero él eligió que al menos uno de los dos pudiera hacerlo. Tuvo un gran final. Tuvo el final que tienen los héroes.



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