martes, 19 de febrero de 2013

Lo que esconden los libros


Una bala detenida por la cubierta de un libro. Un navajazo perdido entre las páginas de un voluminoso tomo que salvó la vida de su lector. Soldados, y civiles, que durante la Guerra Civil Española buscaron la protección en estos objetos y no por la literatura que contenían, sino a modo de parapeto.

La Biblioteca María Zambrano de la Universidad Complutense de Madrid ha encontrado durante la catalogación y digitalización de su fondo histórico numerosos testigos de sus lectores pasados. Auténticas reliquias que si bien en su tiempo pudieron ser considerados basura, ahora nos sirven para conocer en qué pensaban y cuánto se asemejaban a nosotros nuestros antepasados. Desde el siglo XVI, han recopilado marca-páginas recortados de un naipe, correspondencia, caricaturas e incluso portentosos dibujos del cuerpo humano realizados por algún universitario.

Poesía oculta

¿Se imaginan a ustedes mismos pensando en un amor de juventud mientras estudiaban? Un alumno se dedicó a escribir en los márgenes de uno de libros los diferentes estados de ánimo que le hacía pasar su amada. Un poema que nunca llegó a recibir, ni esa era la intención de su anónimo autor, que sin duda conmueve leer. Podemos decir que ésta no es la única metaliteratura encontrada, por ejemplo, se ha encontrado también unos textos que se están estudiando si son del famoso dramaturgo José Zorrilla.

Pasatiempos

Como cualquiera que se haya perdido entre los gruesos tomos de la universidad, los estudiantes se dedicaron a uno de los pasatiempos favoritos del ser humano, dibujar. Algunos con vocación académica, como aquellos que trataron de reproducir el aparato circulatorio, y otros con una intención más pícara caricaturizando a un estirado y barbudo bibliotecario que no pasará a la historia como un hombre afable.

Pero si hablamos de pasatiempos, y especialmente de universitarios españoles, hay una figura que sobresale por encima de cualquier otra: los naipes. Los juegos de cartas ayudaban a pasar las horas muertas entre 
clase y clase pero también servían para marcar la página en la que dejaban la lectura.

Marca-páginas

Desde los más improvisados a partir de un billete de tren hasta los exquisitos ex libris han sido numerosos los objetos que se han encontrado para marcar la lectura. La exposición ha seleccionado los más característicos pues se han encontrado más de 1.800 de estos objetos.

¿Quién no ha utilizado una postal o un billete de tren para continuar más tarde la lectura? Pues aunque parezca una costumbre moderna lo cierto es que llevamos haciéndolo desde hace siglos.

Para aquellos que contaban con más recursos, la costumbre era crear unos ex libris, es decir, unas preciosas estampas que identificaban la propiedad del libro.

Naturaleza literaria

En los ejemplares documentados hay historias, conocimiento, poesía… pero también se ocultan entre sus páginas plantas que recolectaron sus lectores y que dejaron allí olvidadas. Una rosa o un clavel que pudieron significar mucho para quienes allí lo dejaron conservados casi a la perfección hasta nuestros días desde hace siglos.

Esta exposición, inaugurada el día 3 de diciembre, puede ser visitada en la facultad de Historia y Geografía de la universidad. 

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