Explicación de cómo un producto financiero puede devorar la economía de más de un millón de personas.
“Necesito recuperar
mis inversiones, he de operarme el hígado¨. “Lo siento, están metidas en participaciones preferentes y no puede
retirarlas”. Éste es el panorama que se encontró Eduardo cuando acudió a su
sucursal del BBVA de toda la vida.
130.000 euros es
el dinero que le mantienen retenido en estos productos. En 2006 Eduardo, con estudios primarios, se dejó
aconsejar en la contratación de un producto
financiero novedoso que ofrecía una alta rentabilidad. Él lo consideraba
una inversión a largo plazo pero nunca le explicaron que se trataba de un producto a perpetuidad.
Ahora, con un
carcinoma hepático que está acabando con su hígado y su vida, Eduardo descubre
que la sucursal a la que lleva acudiendo 40 años ha jugado con él. Tal y como
nos cuenta su mujer, Eduardo “llegó a
dejarles dinero para que pudieran cuadrar la caja”. El banco sólo puede
ofrecerle otro préstamo más.
Exactamente, ¿qué
son?
Las participaciones preferentes son en primer lugar un
producto financiero de alto riesgo,
pues están supeditadas a los beneficios
de la entidad. Se constituyen en un híbrido
entre bono y acción. Tienen la característica de ofrecer un interés, aunque
ligado a los beneficios, como los bonos pero también son a perpetuidad como las
acciones. A pesar de ser parecidas a estas últimas, los titulares de
preferentes no tienen derecho a decisión
dentro de la entidad. Aunque en caso de concurso de acreedores cobrarían por
delante de los accionistas, de ahí el nombre.
En su día, la Comisión Nacional de Valores ya advirtió del
riesgo de la contratación de estos productos por inversores inexpertos pero
éstos ni siquiera sabían qué era lo que ellos habían firmado.
¿Cómo se vendieron?
Los bancos, tras la sequía financiera del mercado
interbancario en 2007, buscaron sacar dinero de cualquier sitio. Para ello,
empezaron la venta masiva de preferentes ofreciendo altas rentabilidades y,
en muchos casos, sin explicar la letra pequeña. Para ello se valieron de la
confianza que muchos ahorradores tenían depositada en su sucursal de toda la
vida.
Estas oficinas bancarias, muchas situadas en zonas rurales, vendieron los productos a unos
nuevos inversores que desconocían la letra pequeña. En algunos casos ni
siquiera comprendían la letra grande pues no sabían ni leer ni escribir.
Reacciones
Ante la importancia mediática que está tomando el tema,
muchas de las entidades, tanto bancos como cajas, han decidido buscar
soluciones. Novacaixagalicia llegó a pedir perdón a sus clientes por su abuso
de confianza.
“La
contratación de algunas preferentes fue firmada incluso con la huella
dactilar.”
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La CNMV tiene abiertos siete expedientes sobre comercialización
inadecuada de preferentes. En junio del año pasado aún quedaban 8.500 millones
de euros atrapados en preferentes frente a los 22.500 millones de 2011. En su
mejor momento, movieron cerca de 30.000
millones.
Por su parte el Gobierno ya ha puesto en marcha una serie de
iniciativas para frenar la situación. O eso es lo que se pretende de cara al
público. Tras el rescate de la banca española, aquellas entidades que han
recibido ayudas públicas como Bankia, Novagalicia o Catalunya Caixa no pueden canjear sus preferentes.
Actualmente pueden
recomprar las preferentes a precio de mercado con una prima máxima del 10%. Lo
cierto es que con la situación actual esto supondría pérdidas cercanas al 75% de la inversión inicial.
Quizá, lo que más haya propiciado la candencia del tema es
la gran actividad de los afectados. Tras meses de encierros, protestas frente a
las sedes de los bancos y la creación de asociaciones, van avanzando en
derechos. Saben que tienen a la opinión pública de su lado, los bancos no
pueden permitirse más escándalos que sigan ensuciando su imagen y el Gobierno
necesita de medidas populares que contrarresten su retahíla de polémicos
recortes.
Una de las asociaciones que mejor ha representado la causa
de los afectados por las preferentes ha sido Adicae, Asociación de usuarios de
Bancas, Cajas y Seguros. Esta sociedad ha conseguido organizar manifestaciones
y encierros por toda España frente a las principales sedes bancarias.
Tras esta recorrido por el tema queda claro que personas
como Eduardo era imposible que conocieran los riesgos que entrañaba la
contratación de estos productos. La
polémica queda ahora en si los inversores fueron engañados por su banco de toda
la vida, si se vieron seducidos por las altas rentabilidades o, simplemente,
fue una combinación de ambos.
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