jueves, 20 de octubre de 2011

Viriato, un líder con dignitas y auctoritas.

Viriato, líder lusitano del siglo II a.C, se ha convertido en una de las figuras de la historia española y portuguesa más importantes. La importancia de este héroe en la historia de dos países distintos viene dada por la inexactitud de los documentos históricos acerca de su lugar de nacimiento. Viriato, pastor convertido en guerrero, lideró a las tribus ibéricas en su lucha contra la invasión romana a finales del siglo II, y es conocido por su persuasión y liderazgo.
Viriato, siendo un simple pastor, consiguió ganarse el respeto y el liderazgo de casi todas las tribus ibéricas en la lucha contra Roma. Gracias a su carisma logró persuadir a los grandes líderes para que se unieran a la resistencia del pueblo ibérico. Todas las tribus fueron unificadas bajo el mando del héroe lusitano cosechando numerosas victorias a través de una táctica de combate muy ibérica, la guerrilla. Con la guerrilla, el ejército ibérico realizaba ataques muy rápidos y de corta duración provocando grandes daños en los campamentos romanos. Cuando el ejército romano se reagrupaba los milicianos ya se habían perdido en la montaña gracias a su conocimiento del terreno y de los caminos rurales. Además, Viriato, fue un líder carismático y justo algo que se ve reflejado en que bajo su mando jamás hubo una sola insumisión o rebelión.
El único acto de insumisión cometido bajo las órdenes de Viriato le costó muy caro. Cuando Viriato ya había ganado la guerra a los romanos y había conseguido firmar acuerdos de paz con ellos, éstos optaron por deshacerse de él. Sobornaron a los embajadores lusitanos para que lo asesinaran mientras dormía y cuando éstos volvieron a cobrar su recompensa éstos fueron asesinados tras la mítica frase “Roma no paga a los traidores”.

En conclusión, Viriato fue un gran líder y sin duda uno de los personajes más importantes de la Península Ibérica. Gracias a su actuación, evitó mucho sufrimiento al pueblo íbero dirigiendo a su ejército de forma justa. Sin duda uno de los grandes ejemplos de la grandeza de la figura de Viriato lo encontramos en los numerosos pactos logrados con distintas tribus de la península unificándolas bajo un mismo objetivo: la resistencia ante Roma.

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